Cadáver exquisito.

Que el azar haya sido el principal creador de estas maravillas, me pone los pelos de punta.

Para quien no sepa de qué estoy hablando, debo decir que cada tercio del dibujo lo ha dibujado una persona diferente sin saber qué es lo que habían dibujado las otras dos y sin tener ninguna idea común.

Cada cual era libre de dibujar en su trozo de papel lo que quisiera, tan sólo debía cumplir el requisito de continuar en su dibujo unos pequeños trazos que su compañero le había dejado preparados y que son los que crearán la continuidad. Lo mismo ocurre con la frase; cada uno escribe un trozo y sólo le deja ver al compañero la última palabra.

Al desplegar el folio es cuando nos llevamos la sorpresa, y sólo entonces será cuando uno de los artífices se encargará de repasar la obra entera y escribir la frase con su letra para darle la unidad al conjunto.

Como veis, todo lo poético que encontráis en las obras, es cuestión de azar, intuición y espontáneidad. Así es el surrealismo.